domingo, 15 de abril de 2012

Son razones que no tengo.

No ha habido mucho tiempo, la vida decide sobre a vida y cada quien intenta seguir con sus pasos. Le pongo algún nombre al dolor, lo alimento por un tiempo, un tiempo simple y sin etiquetas, me refugio en el estado del tiempo, la almohada vacía y las medias para el frío. 


Intento volver a la Camila que me enamora, la atrapo como un pez, le hago trampa a este dolor y dejo que la sorpresa de lo conocido contemple este cuerpo cada vez más tatuado de vida, dejo que huela mis brazos, y reconozca los perfumes que no uso en mi pelo, dejo de la saliva haga efecto en la herida de mi boca, que se fije en mis manos  
 vacías. 


Dejo que me invite a observar con detalle y reconozco la energía que mi vientre le imprime a la particularidad de nuestros encuentros iguales en el tiempo. Reconozco la misma fotografía con los mismos hábitos y me pregunto por los años venideros. 
Es un gran paisaje el que llega...




Puede que ya no sea más Camila de los Monstruos, o tal vez solo decida disfrazarlos de gorilas mientras ésta selva quieta retoma su movimiento.