lunes, 17 de febrero de 2014

Ya lo sabe usted

Uno siente que pierde el tiempo por momentos, le da tiempo a la cabeza de contarse historias, de reproducirlas de cerca como películas viejas.
Días claros como el cuello del amente que no es amante, sin tensión, sin formas particulares de reconocerse a uno mismo.
He venido encontrando monstruos en movimiento que se deshacen con el tiempo, en mi tiempo muerto, en la ausencia de la sensación y el duelo del cuerpo.
Hice el reclamo,
lo dije como un secreto arrojado al viento de mis noches sin nombre y resultó.

La respuesta se hizo clara y tangible,
me encontré redescubriendo la textura de la piel en la yema de mis dedos y como ya es de esperarse, en la punta de la lengua.

Las ventanas se abrieron como una boca de lobo parcialmente inexistente,
de gorila inevitablemente inexistente,
la lengua espesa se acercó como danzando,
me tomó por sorpresa,
me enrolló como una serpiente entre sus sabores confusos, me quedé inmóvil por un momento, me pareció insensato hacer ruido, gestos o movimientos indeseables en un momento como ese.
No hubo otra acción que la que se forma en las ondas del ombligo después de un mordisco de cadera.

Pero eso ya lo sabe usted.

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