lunes, 18 de enero de 2010

una gerbera en mi mesa de noche


Sueños repetidos con el cabello crespo, deseos incontrolables de un encuentro premeditado como un asesinato, una malformación encubierta sin causa alguna y la lengua seca.
no hay una secuencia lógica en el sueño, salta a la vista los deseos frustrados de la odiosa mujer que podría acostarse con el hermano de su novio.
Pone manteca rosa en los labios para verse sexy se suelta el cabello que inmediatamente asocia con el cabello crespo del director y se viste como siempre porque no es importante la ropa, no porque no quiera quitársela frente a él, sino porque ya se mostró como era, purpura y solitaria, embelesada con el viento de la noche. Atada a Sebastián, con la imagen de la mujer en la arena sucia de la playa, que espera, que ama, que llora e imagina la forma en la que los enamorados cuidan sus hijos y dejan atrás el pasado, pasado en el que el joven Hércules canta caifanes y toca la espalda como un piano de cola y divierte a la multitud con conocidas historias. Un parque cerca de aquí y su música que no escucho y mi soledad sin él.

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