No se en qué punto pasé a ser la amiga confidente.
Me hace pensar que la vida sigue, se modifica y cambia.
No se en qué punto me vi envuelta en esta sabana cómoda de mi soledad, pero untada de monstruos pasados.
Amorosos monstruos atentos a los cambios del clima. Preocupados por mi bienestar y mis pocas historias a la vista.
Le escucho los domingos, le veo de nuevo y reconozco sus miradas, sus formas particulares de comunicar sus miedos, sus posturas, sus formas de verse y sin lugar a dudas de verme.
Te miro de vuelta y siento una necesidad mentirosa de poner mi boca en tu espalda.
Deseo, ego, amor compasivo.
-Ya no importa nada- dijo.
y yo le creo.
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