sábado, 20 de noviembre de 2010

Da resultado compartir la cabeza con los monstruos....

Me gusta oírte decir mi nombre y la forma en que arqueas tu espalda al contacto con mis manos.
Tengo que resolver mis pensamientos al momento de guardar silencio. Podría estar rezando por el éxito en tus viajes, o solamente dibujando tu forma de mirar en mi cabeza, para consentirte en las noches en las que no me sientes.
Me sonrío de lo diferente que puede ser el sabor de los monstruos.
El tuyo por ejemplo tiene la particularidad de dejarme pensando en el color de mi lengua, no lo encuentro, no lo se, no es que tenga mucha importancia, porque cambia, se mueve, se antoja, se distrae, se entretiene y se pregunta por tu espalda.

Antojos de lengua sin color, eso es lo que dibujo en la ruta a casa.

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