jueves, 8 de abril de 2010

Una historia para otro.


había una vez una mujer
alta, delgada muy delgada
casi dispuesta a desaparecer
la mujer corría en las noches porque disfrutaba ver animales...
más exactamente ojos de animales (por la oscuridad)
la mujer estaba corriendo esa noche
no estaba interesada en el destino
en el tiempo
en la ruta
solo en lo que podían ver sus ojos.
los animales estaban casi quietos
casi dispuestos a mirarla también
(me gusta la palabra casi, lo notas?)
la mujer corría de noche
como ya te dije
se deslizaba por el suelo y parecía que volaba, por su peso, no porque fuera su intensión
resulta que los animales dejaron de solo observarla, o eso fue lo que ella pensó
le interesó la idea de comunicarse con ellos
aunque no conociera ningún lenguaje animal
se detuvo
se detuvo
pero era difícil
por su pes, la llevaba el viento,
se detuvo
ya no reconocía lo que veía
estaba tan cansada de la ruta que no le importaba
pero logró quedarse quieta en el suelo después de todo.
en ese momento un animal se acercó
no podría decirte que era o quien porque no estaba ahí y la mujer no quiso contarme
pero tenemos claro que era un animal
cuando lo tuvo suficientemente cerca
lo agarró con sus manos, casi atándolo como una cuerda
casi ahogándolo como si fuera una serpiente
se revolcó en el suelo con el
lo probo, con su nariz y con su boca
hizo propio su olor, la textura de su piel, de su carne
se antojó del sabor
lo probó
lo mordió.
no sintió asco, nauseas, rebote u otra enfermedad...
lo quiso para ella y lo hizo suyo de la manera mas pura
se lo comió con sus dientes,
parte por parte
y la forma de su estomago cambiaba, poco a poco hasta el final.
ahora era ella quien se retorcía de dolor
sola
en la tierra
no la levantaba el viento
por su peso
por haberse comido a su animal
era ella
sola en la tierra que la había sentido correr
se convirtió en otra
pero tampoco podría decirte lo que era
no la reconozco de ese tiempo
solo podría hablarte de una especie de monstruosidad perfecta que quedó impregnada en la tierra
en su cuerpo deforme de alimento
y en la cabeza de quienes imaginan la historia
la monstruosidad se hizo tierra en el viento
te imaginas eso?
casi contaminando de belleza, casi interrumpiendo el sueño de mujeres normales
llenándolas del mismo deseo de comer

Había una vez una mujer que se volvió monstruo sin probar bocado.

4 comentarios:

  1. Los monstruos no nacen se hacen. Un beso

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  2. así es mi querida Cuarentañera. un beso.

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  3. Gracias por tus ´comentarios en mi blog, guapa, y acá tenés a otra lengua que te sigue por los senderos ondulantes de las palabras. Un abrazo! Ezequiel

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  4. Le doy la bienvenida a tu lengua Ezequiel, un abrazo.

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Gracias por darle un beso a mi ventana...